Tengo 25 años cuando inicio este blog y, si miro al pasado, soy incapaz de recordarme sin una libreta y un bolígrafo. Quizás fuera a los 14 años cuando decidí dedicarme a ello, aprender y mejorar, hasta convertirme en un buen escritor. Sería agradable decir que ha sido un camino sencillo, me avergüenza reconocer que entré en este mundo porque me parecía el oficio menos trabajoso, engañado en parte por una sociedad que tachaba a los escritores como unos vagos y haraganes, que vivían en la luna. En aquel entonces yo me consideraba acorde a esa descripción y decidí buscarle salida laboral. El caso es que con el tiempo mi técnica fue mejorando y lo que en un inicio parecía una divertida forma de pasar el rato e identificarse en un rol, tan necesario en esas edades, con el tiempo fue convirtiéndose en una adicción, una relación amorosa, con severas briznas de toxicidad, impuesta por un hecho evidente: me enamoré de escribir.
Desde entonces ha habido épocas de sequía en que arrancarme un verso era difícil y doloroso, e igual de desgarrador no hacerlo. Aquella teoría de que este era un trabajo de haraganes nacía de gente que considera que el trabajo solo tiene vigencia si te sudan la frente y las manos se encallecen, pero obvian, seguramente por miedo a esa parte que también hierve en ellos, que es mucho más duro si lo que suda es el alma, presa de taquicardias y miedos, y lo que se encallece es el corazón, cuando no eres capaz de acabar un poema, cuando los resultados no son los deseados, cuando ves que todo tu trabajo es ninguneado a pesar de que te sale de tan adentro.
Pero el tiempo me ha fortalecido contra las críticas, sobre todo las más duras, es decir, las mías propias, y las críticas me han fortalecido a mí, mejorando mi calidad como escritor y siendo parte fundamental del trabajo creativo. Si he de ser sincero jamás he recibido críticas muy negativas para mis escritos, salvo las mías propias, tan solo al hecho de ser “escritor” y toda la fama que acarreamos.
Tras todo ese gran esfuerzo vital que supone llevar a cabo un sueño, uno llega a los 25 años y tiene un cajón lleno hasta los topes de hojas manchadas de tinta, más de doscientos poemas, otras tantas prosas poéticas, unos veinte cuentos y más de diez intentos de novela a sus espaldas, algún premio menor, muchos fracasos, muchas victorias, una habilidad, la de escribir bien, y una duda ¿Qué carajo hago yo con todo esto?
No hay ofertas laborales en los medios en que se reclame alguien que escriba bien, así que uno se dirige a “San Google” y le pregunta cómo hacer para darle salida a su trabajo de escritor y se encuentra muchas recomendaciones y todas ellas convergen en un punto: Hazte un blog.
Así que aquí estoy haciéndome a estos tiempos en que un escritor tiene pocas alternativas alejadas de ser leído por los internautas, y me gusta. Publicaré con constancia, espero que a diario, poemas, cuentos o lo que me apetezca compartir con ustedes ese día. Espero que les agraden mis textos y que comenten sus opiniones, leeré con atención sus críticas y con humildad sus halagos. Intentaré recompensar su esfuerzo de tomarse un tiempo para leerme con trabajo y amor por lo que hago.
Un abrazo muy fuerte y espero que disfruten.
2 diciembre, 2016 at 9:49 am
Anims Roger. No paris!! Esperem els teus textes.
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2 diciembre, 2016 at 10:43 am
Gràcies, seguiré probant de sorprendre 😉
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2 diciembre, 2016 at 12:57 pm
Espero ansiosa tu creatividad mas sensible y fuerte de tus pansemientos 😃😃
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3 diciembre, 2016 at 6:54 pm
Un plaer compartir—ho amb vosaltres 😁
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3 diciembre, 2016 at 6:25 pm
Escribe. Escribe siempre. Escribe antes, durante y después de todo. Escribe y escapa de la cordura, de la mediocridad, del sinsentido, de las noches vacías de sueños, de esa falta de pasión que nos delata cada mañana, de la celeridad y de la frialdad con la que lo hemos impregnado todo. Escribe, por favor. Escribe incluso aunque te duelan la mirada y el aliento. Y líbranos, o por lo menos líbrate tú, de todos los males: del amor que ya nadie declara eterno, de los “best friends forever”, de los gobiernos liofilizados que han sido legitimados por el voto de una mayoría de fieles que ya no rezan, de súbditos que no leen, que no piensan, que no sienten. ¡Escribe, Roger! Escribe y libéranos de la razón absoluta y poderosa de los sabios acaudalados, de la fe y del fervor de los sacerdotes orondos. Escribe siempre que puedas, también cuando ya no puedas, y continúa hipnotizando a los albatros y a las sirenas, saltándote los semáforos en rojo con los que te quiera detener la vida, y durmiendo bajo las ramas del viejo chopo en el que nos reconocimos con solo mirarnos. Y desde lo alto de aquella colina en la que reside el loco al que todos temen y admiran, salta, por favor, salta con todas tus fuerzas y sumérgete definitivamente en el océano infinito de las palabras, aunque te cueste la vida. Solo así nacerás de nuevo y sabrás lo que significa estar vivo, pero de verdad. Roger, escribe, ¡vive!
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3 diciembre, 2016 at 6:35 pm
Cuando un comentario es mejor que el post… te quiero mucho, amigo en la distancia, muchísimo
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6 diciembre, 2016 at 5:26 am
Tiene razón tu amigo… pero mi comentario era porque me he sentido reflejado. Desde los 14… y ahora tengo 39 y mi madre ayer me dijo que lo que me he gastado en cuadernos tenía para un buen alquiler… una hipérbole supongo, aunque basada en una realidad tan sana y enfermiza como vomitar palabras… Roger, escribe!
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6 diciembre, 2016 at 8:11 am
Una sana adicción la que tenemos, o eso me gusta pensar jajajaja
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13 diciembre, 2016 at 7:51 pm
Aquí tienes un lector nuevo, no lo dudes.
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13 diciembre, 2016 at 7:55 pm
Gracias, espero hacerte disfrutar 😁
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