Mis navidades han sido perfectamente comparables a las de una estatua. He permanecido en esta silla, jugando con mis sobrinos, viendo series y escribiendo. Hasta hoy, lunes 9 de enero, no he vuelto a la rutina ni a pisar tu ciudad para llegar a mi trabajo.
En navidad las tijeras dulces de tus manos, heridas por mis errores, me recortaron de tu vida, llevándose en sus tajos mi alma y mis esperanzas de encontrar el amor algún día y mantenerlo por siempre. Por ello, hoy ha sido la primera vez que he viajado a tu ciudad desde que lo nuestro se rompió. No sólo es la ciudad donde vives, también es el lugar donde yo nací y viví mucho tiempo, y nuestras citas, la gran mayoría de ellas, fueron allí, en esas calles que ya no son calles.
La niebla ha inundado el lugar; veo el sol, veo el mundo, pero todo está plagado de niebla, como si una pátina de amargura se hubiera extendido por cada rincón que recorrí a tu lado. He visto nuestras huellas en cada duro adoquín por que pasamos. He llenado las suaves hendiduras, que tus pies grabaron sobre la acera con mi sangre y esperado a que se oyera, en las gotas que he dejado caer sobre la piel de esta ciudad, el eco de tu nombre, he aguardado impaciente que la sangre coagulara y se endureciera, la he extraído del suelo como un molde perfecto de tus zapatos. Lo guardaré en el cajón donde he enterrado tus cosas, esa pequeña caja fuerte que solo me atrevo a mirar con el rabillo del ojo.
Nuestro banco está vacío. Antes, cuando pasaba por allí sin ti, lo miraba con ojos de ausencia caduca, sabiendo que lo llenarían nuestros cuerpos, que nuestras palabras dulces darían de comer a la palomas que se acercaban, curiosas, a picar tímidamente nuestro amor. Ahora su madera me recuerda a los pedazos de un barco destrozado por las olas. Uno de esos tablones que son encontrados semanas después de un naufragio con un cadáver aferrado a él, devorado por las gaviotas y los animales marinos. Un idiota que se aferró a un madero creyendo que éste le llevaría a la costa o le permitiría vivir lo suficiente para ser rescatado. El hierro de sus patas forma cadenas que se atan a mí y me impiden seguir caminando sin gritar que te amo, que todavía lo hago, que siempre lo haré. Incluso cuando el tiempo me convierta en un viejo gruñón digno del cuento de navidad de Charles Dickens.
Para colmo, nuestro primer beso fue justo delante de la puerta por donde entro a trabajar. Sé la baldosa exacta en que descubrí que todo era posible; que el delirio, la locura y el amor existían de veras. Hoy me ha quemado la comisura, me he secado como si una momia hubiera tomado mi cuerpo y lo hubiera sorbido para recuperar su tersa piel de egipcia bruñida, joven y hermosa.
Mañana vuelvo a mi tortura, como quien sabe que cada día será fusilado, como quien es consciente de que cada día recibirá mil latigazos en el pecho. Espero no fracasar en mi empeño por olvidarte, espero que llegue el día que esta ciudad vuelva a ser el lugar en que nací… y no un conjunto de calles en que no dejo de morirme.
12 enero, 2017 at 11:18 am
Olvida el gris de las paredes cuando el alma
no puede cobijarse en la blancura
sino en la cruel herida de la ausencia.
Olvídalo …
Saludos!
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12 enero, 2017 at 11:20 am
Ya, pero citando al Dios menor Benedetti: «el olvido está lleno de memoria»
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12 enero, 2017 at 11:24 am
Ya lo cantaba Maná:
«Como me duele estar vivo
sin tenerte a un lado
amor.»
Trágica maravilla que escribas cosas tan bellas de una vivencia tan dolorosa.
Alguien dijo alguna vez:
«El arte no puede ser grande
si no implica un gran sufrimiento.»
¿Será verdad?
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12 enero, 2017 at 11:26 am
Tengo como futura intención escribir algo alegre. 😅
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12 enero, 2017 at 11:33 am
Todo llega y todo pasa.
De regalo un chiste de humor absurdo:
«¿Cuántos surrealistas hacen falta para poner una bombilla?»
«¡Pescado!»
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12 enero, 2017 at 11:41 am
jajajajajaja
Ya lo contaste el otro día
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12 enero, 2017 at 11:32 am
Pero bueno! Y dónde está la luz de la memoria, eh?
Precioso relato.🌹
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12 enero, 2017 at 11:34 am
Nadie quiere olvidar, en ralidad hacemos algo peor, nos llenamos de los recuerdos maravillosos y olvidamos los malos momentos.
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12 enero, 2017 at 4:13 pm
Interesante forma de expresar un sentimiento tan desagradable como es la frustración de no haber superado algo ni con la ayuda del paso del tiempo…
No concuerdo con lo manifestado en el comentario que me precede. Los malos momentos no se olvidan, se dejan apartados a un lado con el fin de que no influyan de manera negativa en el presente, ya que este será nuestro pasado en el futuro.
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12 enero, 2017 at 4:42 pm
El texto de mañana o pasado habla también del recuerdo y de como lo que hemos «olvidado» nos ataca a veces. 😉
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13 enero, 2017 at 10:50 am
Al final los recuerdos se construyen en cada recordar, se reescriben cada vez, se reinterpretan y aunque el cuadro que se mira es parecido los colores son diferentes…
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13 enero, 2017 at 11:29 am
Exacto. El recuerdo es nuestro, la vivencia es común, solemos crear vivencias pasadas a través de recuerdos idealizados, extirpándoles lo que no cuadra con nuestras circunstancias actuales.
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