Se derrumban los muros grises de la iglesia.

El león come la poca carroña humana que queda.

Tras el declive de los huesos, la sangre sube al techo.

Se tuerce el aire y un viejo muere a mis pies, blasfemando,

escupiendo la sangre que le resta, casi negra.

Una pareja de cuerpos resecos y sin cabeza se abrazan

en el bloque de piedra que hay en el bosque de árboles almidonados.

Se disipan las brumas de niebla y aparece un esqueleto desnudo.

 

No sé que está ocurriendo, será el fin del mundo…

será que te echo de menos.